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Cientos de restos de minas abandonadas se esparcen por las mejores zonas de presencia de urogallo. Terrenos que han sido retraídos de su hábitat. Gran parte de estas minas se encuentran abandonadas o han tenido una restauración paisajística basada en la utilización de maquinaria pesada para ordenar el paisaje, pero en definitiva, el terreno queda sujeto a una recuperación vegetal espontánea que en poco o nada ayuda a la conservación de la biodiversidad.
Terrazas
En la mayoría de los casos, las restauraciones se limitan a perfilar con grandes máquinas los taludes de escombros de las viejas minas dejando que la propia naturaleza cubra o no estos suelos con algunas plantas colonizadoras. No es una casualidad, restaurar minas es un gran negocio por la ingente cantidad de dinero que se gasta en maquinaria, el resultado del paisaje y la recuperación ambiental es lo que menos importa.
Y estos terrenos sí tienen importancia. En ellos, pese a la destrucción total del terreno, podemos descubrir la huella del oso. Estas zonas degradadas son territorios utilizados por el oso y anteriormente hábitat de urogallo.
La mina del FAPAS y el urogallo
Está ubicada en la comarca de la Omaña en León, en lo que podría considerarse como el pie de monte de la Cordillera Cantábrica en su conexión con la meseta castellana.
Valles poco profundos donde se combina una vegetación natural de bosques de robles con repoblaciones forestales. Podría parecer que no es el hábitat idóneo para el urogallo, pero sorpresa ¡¡, es una de las zonas con mayor densidad de una especie que se está extinguiendo y ha desaparecido de los mejores bosques atlánticos.
Es una incógnita de la naturaleza descubrir la presencia de esta especie en lo que podrían ser hábitat de menor calidad. Un estudio científico atestigua la presencia de esta especie en el territorio.
La mina, de 70 Ha. de superficie es un conjunto de terrenos totalmente degradados o parcialmente cubiertos de vegetación que ha crecido espontáneamente. Un auténtico banco de pruebas para poner la experiencia del FAPAS en restauración de terrenos degradados.
Y no faltan enclaves con interesante valores naturales que han surgido tras años de abandono de la actividad minera y que ahora serán claves en conseguir la restauración como hábitat para el urogallo.