Nuestros lobos
La población cantábrica era hasta hace poco, una de las mejor conservadas de la Península Ibérica, y de las pocas que cumplen su función ecológica como depredadores de fauna silvestre, en territorios de alta biodiversidad.
En los territorios humanizados no resulta fácil encontrar espacios naturales donde las cadenas tróficas se encuentran estables. La Cordillera Cantábrica reúne esas condiciones ecológicas, y, por lo tanto, el lobo debería poder vivir en libertad en nuestras montañas.
Dónde trabajamos
Si consideramos todo el territorio como una unidad biogeográfica, FAPAS trabaja en la Cordillera Cantábrica, aunque, debido a su gran extensión y biodiversidad ambiental, nos centramos en aquellos espacios que poseen algún tipo de protección, como los Parques Naturales y las Reservas de la Biosfera, donde la mala gestión del lobo podría comprometer seriamente la supervivencia de otras especies (señalado en el mapa con puntos rojos).
Propósitos y metas
Amparándonos en una especie tan conflictiva como el lobo, nos hemos propuesto desmontar una conservación de la naturaleza en los espacios protegidos que solo se cumple sobre el papel.
- Normas y reglas que regulan un aspecto legal, pero que se olvidan de la verdadera gestión de los territorios en el día a día en la montaña.
- Espacios naturales de gran valor biológico gestionados como si fueran simples cotos de caza.
Por eso nuestro principal OBJETIVO es Garantizar la supervivencia de una población de lobos estables en la Cordillera Cantábrica que cumpla con su función ecológica en el territorio.
¿Cómo lograrlos y qué hace FAPAS por nuestros lobos?
Trabajar con independencia
FAPAS No recibe ningún tipo de ayuda pública, por lo tanto NADIE NOS CIERRA LA BOCA: podemos denunciar cualquier tipo de situación.
Gracias a ello, hemos puesto en evidencia, a través del análisis de daños, que la Administración asturiana carece de información demográfica sobre las poblaciones de lobo, y que su modelo de gestión es anárquico y arbitrario.
Invertir recursos y esfuerzo de campeo en el seguimiento de la población
El trabajo de fototrampeo ligado al trabajo científico y control poblacional evidencia la desestructuración de los grupos familiares, con problemas en el uso del territorio, gran competencia entre los individuos, y un aumento de los ataques a la ganadería doméstica.
Disminuir la alarma social entorno a la especie
La sociedad y los medios de comunicación, en general, prefieren achacar todos los problemas económicos que sufre el medio rural, a los ataques del lobo, creando un clima social que repercute de forma negativa sobre la naturaleza y la conservación de la fauna salvaje.
La colaboración con algunos ganaderos ha dejado en evidencia que no hay tantos lobos acechando a sus rebaños, como ellos pensaban.Con ello intentamos prever daños, y generar una nueva imagen de la ganadería de montaña, compatible con el lobo.
Generar recursos alimenticios
FAPAS lleva años tratando que la Administración permita de nuevo el abandono en el medio natural de aquellos cadáveres procedentes de la ganadería doméstica, recuperando así una fuente de alimento para la fauna salvaje, que ahora no existe.
Luchar contra el uso de veneno
Fapas también posee una unidad canina adiestrada específicamente para localizar veneno, cumpliendo en la mayoría de los casos una función disuasoria o preventiva
Reclamar a la Administración, mayor protección para la especie
La ley debe garantizar la conservación de grupos familiares estables. En el año 2016, El Gobierno Regional de Asturias ordenó matar a más de 60 lobos: gran parte de ellos en Reservas de la Biosfera declaradas por la UNESCO, sin que existiese ningún estudio previo que justificase esa medida.
La matanza indiscriminada de lobos destruye los grupos familiares y elimina su estructura social. El resultado es inmediato: los lobos no tienen posibilidades de cazar animales salvajes y atacan al ganado doméstico con mayor intensidad, incrementándose los daños.
Denunciar situaciones como ésta