Si el año pasado hemos tenido la mayor sequía de la historia desde que hay datos estadísticos, parece que este va a ser el más lluvioso.
Estos cambios climáticos afectan a los osos. Ya desde mayo debería de haber habido cerezas en los fondos de los valles y a estas alturas, deberían de haber estado maduras en zonas altas.
Sin embargo, el retraso ha sido muy agudo y los osos han tenido que seguir buscando alimento hasta que llegue la época de la fruta. Y ya sabemos, a falta de carroñas, la búsqueda de proteína la encuentran en las colmenas.
Estas semanas nos centramos en ayudar a apicultores que aún no tienen cerrados sus colmenares. Son en general, personas que tienen las colmenas cerca de los pueblos y pensaban que el oso nunca se acercaría a destruirlas.
En la actualidad, el hábitat del oso pardo, se corresponde tanto con el de las personas que viven en la montaña, que es una suerte que un oso no se acerque a un colmenar desprotegido.
Evitar daños, mantener una buena relación con la gente el campo, que se sientan ayudados y que no consideren al oso como un problema, es nuestro trabajo.
En ello andamos.