El erial en que se convirtió el terreno minero va poco a poco cubriéndose con una nueva cara de biodiversidad. Lentamente. No es fácil hacer crecer vegetación sobre suelos tan destruidos donde la propia naturaleza no ha podido generar apenad unas plantas.
Estos días hemos comenzado con las nuevas iniciativas de plantación con especies que sean interesantes para generar vegetación y a la vez comida para los osos.
Hemos elegido el rosal silvestre, o escaramujo. Una planta muy resistente con la que vamos a tratar de fijar taludes que continuamente se están derrumbando a causa de la erosión del terreno.
En plena nevada, la mina está a casi 1.300 m. de altitud, plantamos los rosales entre las acusadas líneas de erosión de un terreno donde no ha salido ni una hierba en los últimos 30 años.
Eso sí, cuando broten en primavera, estos hierbajos que plantamos se van a convertir en hermosas flores y frutos apetitosos para el oso.
Y la prueba de que a los osos los escaramujos les gustan la encontramos cuando salimos al campo detrás de los rastros y señales del gran plantígradio ibérico, fenomenal caca de oso a base de escarmujos, ¡¡¡ y eso que estriñen¡¡¡, por algo en algunas zonas rurales los llaman "tapaculos".
También aprovechamos para comenzar a plantar los primeros frutales buscando zonas donde hay tierra vegetal. No hay muchos sitios, pero calculamos que podremos plantar unos 200 frutales, suficientes para conseguir que esta zona estéril se convierta en una frutería donde el oso pueda venir de saqueo. Aquí nadie le va a decir nada, todo es suyo.
Este es el primer peral de una variedad que hemos producido gracias a la colaboración de un socio. Por supuesto, de momento nadie le va a hincar el diente, so pena de dejar los morros pinchados. Ni una cárcel es tan segura para los árboles que planta el FAPAS.
En pequeñas zonas de la mina encontramos tramos donde las máquinas acumularon tierra vegetal. Entonces aprovechamos para plantar aquí los frutales.