Asturias se está convirtiendo en una región de pobres rurales que piden limosna a la naturaleza para sobrevivir

Pero esa limosna, la pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Los  daños, o  supuestos daños que la fauna silvestre causa  a las personas del mundo rural,  es la clave de la campaña que la Administración asturiana ha puesto en marcha ya hace  seis años para  bajar los  daños, matando   la fauna silvestre que supuestamente  los causa.

Sin duda, el  lobo se lleva la palma con la  continuada reclamación de los daños a la ganadería. Algunos, los menos, reclamados justificadamente. Pero tras  estas reclamaciones se esconden fraudes que hacen que los daños del lobo se conviertan en auténticos negocios.

Le sigue el oso,  para cerrar el círculo de  cobrar como daño cualquier animal que se muera y se deje abandonado en el monte.

Pero daños, lo que se dice daños, los causan ya todos los animales. Se reclama el daño del oso cuando se sube a un cerezo silvestre, el del ciervo cuando come hierba en una finca abandonada,    los del jabalí, aunque sea un metro cuadrado y la cuantía de la indemnización  no llegue a 2 euros.

Pero también  los de las ardillas por comerse unas avellanas que nadie recoge, los del zorro por una gallina vieja, los de los cuervos por ser cuervos y  dentro de poco los de los ratones, los caracoles o las babosas por comerse una lechuga.

Ya los daños  a otra fauna silvestre  propiedad de  determinadas personas, se reclaman con pena de muerte.  El pescador que pide que se mate al cormorán, se   quite de en medio a la garza,  se extermine a las nutrias del río y hasta  se condena a muerte  al martín pescador por comer pezqueñinos…

La usura de un mundo rural contra la naturaleza  ha iniciado  esta carrera de reclamar dinero  del erario público para compensar  pérdidas que en   muchas ocasiones si no son fraudulentas, son irrisorias. Mientras, el mundo rural   ignora que el dinero que recibe de todos los ciudadanos a través de ayudas como las de la Unión Europea, son en función de la necesidad de hacer compatible al propio mundo rural con la conservación de la biodiversidad.

Miles de millones de euros que han convertido al mundo rural en el  único sector social que no ha sabido qué es la crisis económica  y que en cambio  avanza hacia situaciones de crisis de supervivencia porque muy pocos quieren quedarse en él. Intuyen que un día el dinero fácil se agotará. Entonces quedará la fauna silvestre para  extorsionar a la sociedad. Si me hacen daño me pagan, aunque sea un céntimo de euro.

Hoy hemos pillado infraganti a uno de estos malvados seres de la naturaleza que arruinan al campo asturiano. Su daño, insoportable. ¿Solución?. Por supuesto, una buena batida, pero antes, que me paguen la pera.