La línea de trabajo desarrollada este invierno ha tenido dos objetivos. De un lado, hemos trabajado en plantaciones de mejora de diversidad de especies productoras de frutos en zonas forestales donde predominaban pocas especies, es el caso de los robledales.
Limpieza de árboles muertos y eliminación de algo de matorral para disponer de terreno para plantar, especialmente cerezos silvestres, favoreciendo así la presencia de una mayor diversidad de especies productoras de frutos. Los robles aportan sus frutos en otoño, las cerezas a principios del verano.
Este otoño, muchos robledales de alta montaña han sufrido importantes daños. Miles de árboles han sido rotos por la nieve. En algunas de las zonas donde trabajamos, incluidas las propiedades de montaña del FAPAS, la destrucción de robles ha sido tremenda.
Nos podemos imaginas el enorme peso de la nieve caída sobre los árboles en el pasado otoño cuando aún tenían hojas. Muchos no pudieron soportar el peso y se rompieron. Ahora toca arreglar un poco lo que la propia naturaleza ha destruido.
Hemos comenzado a recuperar un poco la estructura interna de estos robledales de montaña. En este, propiedad de FAPAS, hemos estado realizando trabajos de limpieza, retirada de árboles caídos, muertos, apartándolos sin quemarlos. La materia en descomposición es muy importante para la vida silvestre.
En los claros, hemos ido plantando decenas de cerezos silvestres debidamente protegidos pues además de los caballos de FAPAS, esta es una zona con una presencia muy alta de ciervos.
UNA POMARADA PARA LOS OSOS
Ahora, al comenzar la primavera hemos realizado la última plantación orientada a aportar alimento para el oso.
Pero a la vez se trata de una experiencia quizás inédita. Hemos realizado una plantación de manzanos en una zona de alta montaña como si fuera una plantación para explotación económica. Nosotros no le sacaremos rentabilidad, toda la fruta que produzcan estos árboles quedará como alimento de fauna silvestre.
Pero queremos demostrar que es posible realizar actividades económicas como plantaciones de manzanas para producir fruta que luego sería utilizada en la fabricación de sidra, aprovechando terrenos con un fuerte impacto de fauna silvestre.
Cada vez son más las voces que critican que el mundo rural se despuebla, que muchos terrenos no pueden ser cultivables, que la fauna salvaje es un azote y que impide poner en marcha iniciativas agrarias.
No es cierto. La fauna salvaje tiene la necesidad de vivir en la naturaleza y no es ella la que impide las actividades, es sencillamente que innovar, tomar medidas preventivas, adaptarse a las nuevas necesidades obliga a esforzarse, a cuidar de lo que hacemos y eso cuesta esfuerzo y dinero.
Plantando los manzanos con los protectores especiales para evitar daños de fauna salvaje o doméstica en una finca por encima de los 800 metros de altitud. Una finca cuya única finalidad es la de uso como pastizal.
Ahora se va a convertir en una pomarada de producción de manzana.
Esta es una imagen poco habitual en una finca en cultivo de producción. Normalmente es incompatible la presencia del cultivo del manzano con el uso del pastizal con ganado. En este caso es el grupo de caballos asturcones que FAPAS posee y que ocupa una de las propiedades de la asociación. Veremos a partir de ahora, año tras año la evolución de la plantación.
Si nosotros lo hacemos, otros también pueden. Pero es más fácil plantar, no proteger y reclamar daños año tras año, una buena manera de sacarle una renta a una finca gracias a la fauna salvaje.
Con la colaboración de
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