El ciervo es una especie cinegética que habita en zonas de montaña donde también hay numerosas propiedades privadas. Muchas, antiguas fincas de pasto para ganado o uso agrícola como plantaciones de cereal. Es frecuente que los ciervos salgan del bosque y se alimenten de la hierba de estas fincas, es entonces cuando se pone en marcha en muchas ocasiones la picaresca para conseguir dinero a costa de los ciervos.
La presencia de huellas o excrementos delata que los ciervos han estado en la finca y han comido de la hierba, lo que lleva a iniciar una reclamación por daños causados por fauna salvaje que la Administración debe de indemnizar.
La cuestión está en determinar el alcance del daño en función de cómo está de mantenido el prado para su uso agrario
Una gran parte de prados de montaña particulares se encuentran en fase de abandono. Sus propietarios no tienen ya ganado al estar jubilados y normalmente se dejan los prados para que otras personas metan allí su ganado, pero la generalidad de estas propiedades es que inician un proceso de matorralización y pérdida de superficie de prado.
Aun así, las reclamaciones se llevan a cabo y se solicitan indemnizaciones que son pagadas a modo de subvención por el Gobierno de Asturias. Sería fácil comprobar estas circunstancias, pero conocemos que la dinámica de estas reclamaciones es el de abonarlas anualmente sin ir a verificar si hay o no hay daño en la finca. Es decir, al final los propietarios de estas fincas reciben anualmente una cantidad económica, una renta más para beneficio propio que el Gobierno Regional de Asturias asume anualmente.
Esta situación da lugar a variadas picarescas como la de personas que se dedican a alquilar por precios irrisorios estos prados y reclamar ellos las indemnizaciones o como nos ha sucedido en el FAPAS, alquilar una finca y establecer en el acuerdo verbal el propietario que “los daños son míos”. ¿Qué es esto? Pues que el propietario sin tener ganado ni uso de la finca solicita daños de ciervo, recibiendo 300 euros anuales, cuando el alquiler para poder tener ganado allí es tan solo de 100. La explotación de la finca proporciona unos ingresos anuales de 400 euros, 300 gracias a los ciervos.
DAÑO O BENEFICIO
¿Es cierto que los ciervos causan daños de verdad en estas fincas en abandono?. No, al contrario, la presencia de ciervos en estas fincas está generando un beneficio. Gracias a ellos las fincas abandonadas se mantienen aún como prados y no se convierten en un matorral.
Es un auténtico fraude consentido por la Administración que no verifica sobre el terreno las reclamaciones y que tiene consecuencias directas sobre la conservación de la biodiversidad ya que para pagar menos daños, el Gobierno de Asturias ha entrado en una dinámica de eliminar parte de la población de ciervos.
En los espacios protegidos, sus parques naturales, los planes de caza continúan eliminando ciervos, en especial hembras reproductoras, bajando la población a límites que impiden a depredadores como el lobo alimentarse de sus presas naturales. El ciervo es junto al jabalí la principal presa de caza de las manadas de lobo.
Un lobo lleva en la boca parte de la presa capturada, una cría de ciervo. Bajar la población de ciervos implica forzar a los lobos a matar ganado doméstico, una situación que ya sabemos todos en qué se traduce, en matar también a los lobos.
El fraude de los daños de ciervo descubre la irracional gestión de la biodiversidad del Gobierno de Asturias en los espacios protegidos, como es el caso del Parque Natural de las Ubiñas la Mesa, quizás el peor gestionado de España.