Si la pregunta estuviese relacionada con la dieta alimenticia del zorro, la respuesta sería sencilla; gallinas. La fuerte asociación social entre determinada fauna silvestre y su alimentación queda ligada a estos estereotipos, aun cuando la realidad es bien distinta.
En la naturaleza, un alto porcentaje de zorros, la inmensa mayoría, nacerán y morirán sin haber probado jamás una gallina. Su alimentación es muy variada, pero especialmente roedores. Sin embargo la percepción de que come gallinas le convierte en un animal dañino y no se tiene en cuenta su enorme beneficio como controlador de plagas de ratones.
¿Le pasa lo mismo al lobo?. En parte sí. La respuesta a qué comen los lobos sería mayoritariamente corderos, lo cual es solamente como le sucede al zorro, en una mínima parte de su alimentación.
El conocimiento de la dieta alimenticia de determinada fauna salvaje como son los depredadores no es sencillo de averiguar. Para ello es necesario proceder a realizar trabajos de investigación que nos permitan descubrir cual es su alimento, y en muchas ocasiones la dieta alimenticia no será la misma en una misma especie, en función de en qué tipo de ecosistema viva.
Investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela trabajaron en los últimos años en el estudio alimenticio de los lobos en Galicia, con una conclusión contundente. La prohibición del abandono de carroñas en el monte modificó el hábito alimenticio de la especie. Pasaron de consumir carroña a atacar ganado doméstico.
Los trabajos de seguimiento del oso llevados a cabo en Asturias, permitieron descubrir la intensa explotación que los osos hacen también de las carroñas, pero simultáneamente, las cámaras ponían al descubierto que prácticamente toda carroña abandonada en el monte, no solo era consumida por el oso, también por los lobos. Resulta por tanto fácil de deducir que los estudios llevados a cabo en Galicia, también pueden ser extrapolables a Asturias.
Desde el año 2004 en que se comenzó a aplicar el Reglamento de Encefalopatías de la Unión Europea hasta el año 2017, la recogida de cadáveres de animales muertos en Asturias se incrementó hasta alcanzar la cifra media anual de 30.000 animales, trasladados en camiones para su incineración o transformación desde el lugar donde murieron, la gran mayoría por causas naturales.
Estimando una cifra media anual de 20.000 cadáveres/año recogidos en Asturias y durante un periodo de 14 años, podemos estimar que no menos de 280.000 animales han sido retirados en este tiempo, buena parte de ellos del medio natural. ¿Cuántos de esos cadáveres de ganado doméstico formaban parte de los recursos alimenticios de la fauna silvestre y en especial del lobo?.
Los estudios de aprovechamiento de las carroñas por la fauna silvestre en España, y especialmente en Asturias con el oso presentados a la Unión Europea, sirvieron para que se modificara el Reglamento europeo y se tuviese en cuenta esa necesidad de compaginar la sanidad animal con la conservación de la biodiversidad, quedando autorizados los estados miembros a que modificasen sus normativas y permitieran de nuevo la presencia de las carroñas en la naturaleza. Así lo hizo España con un Real Decreto que permitía que las Comunidades Autónomas lo pudieran aplicar.
Asturias, la Comunidad Autónoma española con mayor biodiversidad, se negó sistemáticamente a autorizar, hasta el año pasado de manera efectiva, que se pudieran abandonar cadáveres de animales domésticos en el hábitat del lobo.
Hoy, el resultado de esta negligencia política es lo que día a día, mes tras mes y año tras año, los ciudadanos conocemos a través de los medios de comunicación; las reclamaciones constantes del mundo rural por los ataques de los lobos.
Los daños, podríamos deducir, tal como científicamente se ha demostrado en Galicia, es el resultado de una modificación obligada de la dieta alimenticia del lobo que ha visto desaparecer una importante fuente de recursos alimenticios que tradicionalmente y desde hace siglos encontraba en los despojos del ganado doméstico abandonados en la montaña.
No es aventurado decir que todo lo que no ha podido consumir los lobos de las carroñas durante estos años, lo han sustituido atacando ganado doméstico vivo. ¿es culpa del lobo?, a mí me parece que no.
Artículo de opinión del Presidente de FAPAS publicado en el diario la Nueva España