Estos días hemos estado plantando frutales en las zonas altas de la comarca en colaboración con la Guardería de Cantabria que se encarga del seguimiento y vigilancia de los osos.
La presión de la caza en Palencia obliga a las osas a refugiarse en Cantabria donde una correcta gestión de las cacerías evita conflictos con los osos gracias a la permanente vigilancia de la guardería.
Es precisamente esta presencia osera en zonas donde los osos ya habían desaparecido hace décadas lo que genera un pequeño conflicto al acercarse a los entornos de los pueblos del fondo del valle en busca de frutas, especialmente cerezas.
El abandono rural y el despoblamiento ha convertido los pastizales de montaña en zonas de matorral que ahora están de nuevo en proceso de recuperación. Es por eso que hemos venido a esta zona de alta montaña a plantar frutales. En unos años, los osos no tendrán únicamente que bajar al fondo del valle a buscar frutos silvestres, los podrán encontrar lejos de los núcleos habitados.
Plantamos cerca del borde forestal de la montaña formado principalmente por robles. Cerezos, manzanos y perales silvestres servirán para que la masa forestal tenga una mayor diversidad de especies y por tanto mayor valor biológico.
Los plantones ya están bastante crecidos, son árboles de dos y tres años de edad y proceden de los viveros del Gobierno de Cantabria y del FAPAS.
Es evidente que no se trata de un artilugio de defensa, Luis lleva el ahoyador de un lado a otro del pastizal buscando los lugares donde hacer los hoyos para plantar los árboles.
Y como es una norma en el FAPAS, todas las plantaciones se realizan con los protectores metálicos de alta resistencia contra todo tipo de animales. Un poco caros, pero tremendamente efectivos.
Es la primera vez que se utilizan estos protectores en estas montañas de Cantabria
Al final de la jornada un merecido descanso antes de volver a casa. Nos esperan otros 200 kilómetros de vuelta hasta el vivero de Tuñón.