La imagen de los perros domésticos en plena naturaleza  ha sido a lo largo de las últimas décadas, una constante.

Lo que antes podía ser una fugaz observación de un perro transitando por el interior del bosque, con los actuales medios de seguimiento de fauna salvaje que se utilizan, se puede constatar que esta presencia  es en realidad muy permanente y que  en muchas ocasiones  estos perros  compiten con otros depredadores por la obtención de sus presas.

Pero este no es un hecho desconocido, en especial para los habitantes de las áreas rurales que conocen a la perfección que los perros domésticos adquieren hábitos típicos de  acoso y captura  de  otros animales, tal como hacen los lobos.

 

Son los perros incontrolados, decenas de perros que abandonan su hogar para  comportarse como lobos durante unas horas en el bosque o la montaña. Persiguen a sus presas, de igual manera que lo harían los lobos y no en pocas ocasiones, esas presas es ganado doméstico.

Sin embargo, nadie, absolutamente nadie  muestra atención sobre esta situación. No interesa. El lobo tiene un potente competidor en la naturaleza, pero  no interesa  desviar la atención de los ataques, sea cual sea su origen, la culpa ha de recaer sobre el lobo. El resto queda excluido de la culpa.

Es la estrategia que desde hace décadas  se aplica en Asturias  en materia de gestión de fauna desde  cualquiera de los gobiernos que hayan tenido competencias en gestión ambiental.

Los perros incontrolados no existen, no hay denuncias. Y aunque la hay, parece que no existe legislación a aplicar por los Ayuntamientos que tienen  las competencias en materia de perros.

Espacios naturales con grandes valores  de biodiversidad mantienen la presencia constante de perros en la naturaleza  persiguiendo y cazando desde hace décadas.

Tampoco es un tema de gran recurrencia e interés para el mundo científico. Investigar en el ámbito de los perros incontrolados no da caché, no es especie bandera, ni mucho menos, una oportunidad de trabajo con una especie catalogada que pueda traer debajo de cada pata un  suculento ingreso económico a modo de subvención de la Unión Europea.

El FAPAS lleva años alertando de esta situación. Poniendo sobre la mesa pruebas de la  existencia de esta problemática, pero  nos queda muy claro.  Los daños del lobo son un magnífico negocio que produce beneficios de diverso índole a sectores diversos, ganaderos,  políticos y sindicales y ya se sabe, en los negocios, cuanta menos competencia mejor, los perros incontrolados no existen.