Muchos de los daños que causan los osos a las colmenas se podrían evitar si los osos encontraran en la naturaleza  los recursos alimenticios que siempre ha habido

 

La conservación de determinada  fauna silvestre, está muy asociada a la problemática que se genera   con los daños que causan  a intereses  del ser humano.

 

 

 

El caso más palpable en la actualidad, y problemático, es el lobo.

 

El oso es también un animal que causa daños, principalmente en las colmenas de los apicultores.  Estos daños, se generan en especial al final del invierno y comienzos de la primavera.

 

    Osa y sus crías comiendo colmenas de una estación de polinización del FAPAS

 

Los osos necesitan recuperar energías después de un largo invierno de inactividad y ausencia de alimentación. Es entonces cuando el oso, siguiendo un instinto natural le lleva a recorrer los bordes de las laderas nevadas para  descubrir los cadáveres de los animales salvajes que  no han podido soportar la dureza del invierno.

 

Y en zonas de montaña donde abundan los pueblos y la actividad ganadera, los osos acuden a los fondos de los valles en estos entornos rurales. Conocen que son lugares donde habitualmente  encuentran  comida. Son las carroñas de animales domésticos que   han muerto en los pueblos durante los meses de invierno.  La manera de desprenderse de ellos ha sido históricamente el dejarlos en zonas donde no molestan.

     Oso comiendo del cadáver de un animal abandonado

Son estos lugares y estos hábitos humanos los que han tenido una gran influencia en la supervivencia de especies como el oso  o el lobo, y además para favorecer la convivencia sin grandes problemas.

La alimentación que  estas especies   aprovechan de la actividad humana, les evita tener que  acudir a los ataques y a los daños.

 

Pero los daños son fuente de quejas sociales, pero también son una importante fuente de intereses políticos. Porque el que los animales salvajes causen daños, es evidentemente  un  elemento positivo e interés político.

 

La polémica de los daños permite sacar pecho argumentando la necesidad de matar a la fauna. Una actitud política que está en boga ante una sociedad rural  desconocedora de procesos ecológicos complejos.

 

Matar se ha convertido en una herramienta de lucha política y sindicalista, pero para mantenerla, es necesario que la fauna salvaje  continúe haciendo daños. Nadie quieres saber nada de poner en marcha medidas que prevengan o hagan disminuir  los daños de la fauna salvaje.  

Lo más interesante es que los haya.