Morir en la carretera, quedar tetrapléjico o simplemente con el coche hecho una chatarra a causa de la actividad cinegética que realizan unas personas para satisfacer su diversión o de unas Administraciones que por cuestiones políticas no quieren modificar las modalidades de caza del jabalí en entornos de vías de circulación de alta velocidad, es el riego que sufren el resto de ciudadanos que usan el coche.
La problemática del jabalí, como otras muchas cuestiones ambientales, ha pasado desapercibida para el entorno ecologista, más preocupado de asomarse a la ventana de la biodiversidad de la gran fauna salvaje. Pero es grave, muy grave lo que sucede con el jabalí.
Socialmente, es la especie salvaje que está creando una percepción de que tanto proteger a los animales, lleva consigo alcanzar estas situaciones de miles de jabalís donde la única solución es matar y matar más.
Una solución que encandila a cazadores y encoge de hombros a las Administraciones bajo el simplista razonamiento de “la culpa no es mía”. Pues sí, la culpa es de las Administraciones.
Superpoblación de fauna salvaje, realidad o desinformación 2ª parte.
Estudiando qué se hace en otras ciudades o cómo legislan otros gobiernos, nos encontramos que Alemania para disminuir la población de jabalís, prohíben matar jabalís, o al menos determinados ejemplares de los grupos familiares, estructura social férrea que biológicamente ordena el modo de vida de los jabalís en la naturaleza.
Es decir, en algunos países de Europa y basados en los estudios científicos, gestionan las poblaciones de suidos teniendo en cuenta la compleja estructura social, prohibiendo por Ley Federal, matar a las hembras madres, las matriarcas, so pena de multa “por causar daños a la agricultura”. ¿Se habrán vuelto locos los científicos y biólogos alemanes?. Claro que no, solamente aplican las normas racionales de una gestión técnica y científica, un modelo que en Asturias se encuentra en las antípodas de estas actuaciones de gestión de fauna.
La razón por la qué no hay que matar matriarcas de los grupos familiares de jabalí se encuentra en su compleja estructura social. La matriarca manda y controla el proceso de reproducción del grupo. Muerta esta, el resto de hembras reproductoras entran en celo como mecanismo de supervivencia y la productividad de jabalís se incrementa exponencialmente. O dicho de otra manera sencilla, cuantos más jabalís se matan más jabalís tendremos.
La deriva en la gestión de la naturaleza asturiana en los últimos años alcanza también al jabalí. El desorden cinegético y la orientación exclusivamente política de su gestión lleva a esta situación. La caza en batida es el método menos selectivo, en especial como vemos en los planteamientos científicos para gestionar esta especie, entre otras cuestiones, porque el cazador lógicamente desea cobrar la pieza más grande, machos y hembras matriarcas.
El actual modelo cinegético que se aplica en Asturias es la causa de la existencia de una superpoblación de jabalís, si es que la hay, ya que el censo estimado carece de rigor científico y es tan vulgar como intentar saber cuántos autobuses municipales hay en Oviedo solamente recorriendo las calles, contaremos el mismo autobús un montón de veces.
Pero aun así, los jabalís están en las ciudades, es un hecho. Pero la culpa no es del jabalí.
Nota:
Este artículo firmado por el Presidente del FAPAS y publicado en el diario asturiano La Nueva España, hace referencia a Asturias, pero podría hacerlo igualmente para otras muchas Comunidades Autónomas de este País.