Trabajamos en el seguimiento de una especie salvaje, y pensamos que solo ella va a estar en el sitio que hemos elegido. Pero no es así. Es precisamente la cámara quién nos lo demuestra.
En el control del águila pescadora, instalamos las cámaras para conocer los ejemplares que utilizan el posadero y por tanto, los que en un momento determinado están utilizando una zona específica, un río, un estuario, etc.
Una de estas cámaras está instalada en un posadero desde el cual tratamos de leer la anillas que llevan las águilas pescadoras y que nos permiten conocer de qué lugar provienen.
Sin embargo, la cámara no solo fotografía águilas pescadoras. Cuando instalamos un posadero, estamos generando un impacto, modificando comportamientos, creemos que en positivo.
Otras muchas especies se van a aprovechar de nuestra iniciativa, van a hacer suyo el posadero y utilizarlo en su beneficio. Lo podemos ver.