Y de incultos está el campo plagado, lamentablemente mucho más que de zorros, pues por el campo no solo andan los cazadores, también muchos “expertos” en conservación de la naturaleza.
Históricamente a este animal le ha tocado cargar con todas las culpas de lo que sucede en los territorios cinegéticos. Se ha comido tantas perdices, conejos y faisanes que es el responsable de su merma poblacional en España.
La plaga de zorros es tan insostenible que casi hay que llamar al ejército para controlarlos y aun así, por mucho que se maten, aparecen millares por todos lados, causando una quiebra en la naturaleza, la naturaleza del mundo cinegético.
Lo realmente cierto es que el zorro es una especie más de la naturaleza ibérica, sujeto a procesos ecológicos y con una biología singular, bien poco conocida. El hecho de alimentarse de algunas presas que forman parte de las que el mundo de la caza valora como “suyas”, le ha puesto en el punto de mira de sus armas.
Pero más allá de estas cuestiones, la dieta y el comportamiento del zorro dista mucho de ser lo que se piensa.
Valga este pequeño extracto de un trabajo de los propios cazadores que pone de relieve que los criterios de eliminación de depredadores puede resultar problemático para la conservación de especies.
EXTERMINIO DE PREDADORES
El Prof. Dr. Paul Müller, biólogo y docente de Biogeografía en la Universidad de El Sarre/Alemania y también director de la asociación federal de caza de del mismo estado federal, llevó a cabo de manera particular un experimento en su coto privado de caza, eliminando todo tipo de predador.
Sobre un espacio de tiempo de seis años de caza (1990 a 1996) se llevó a cabo absolutamente todo tipo eliminación de depredador. Con ello se quería investigar las repercusiones y la efectividad de una “limpieza total” sobre poblaciones de caza menor y de aves silvestres.
En estos años se eliminaron en total 2.242 córvidos y 922 depredadores, entre ellos 572 zorros. A pesar de que el número de batidas sobre predadores y córvidos se cuadruplicó en estos seis años, ni las poblaciones de faisanes y perdices ni tampoco las de las liebres aumentaron. Estas poblaciones siguieron en declive.
A pesar de que se llevó a cabo una batida total de predadores, se podía demostrar de manera impactante, que a pesar de la caza intensiva, el número de zorros abatidos no se redujo sino, por el contrario, aumentó. Un hecho, que luego sí tendría un impacto severo sobre las poblaciones de fauna silvestre menor, entre ellas, el urogallo.
Müller, P. (2010): Unter Räubern: Zur Wirkung von Beutegreifern in Kulturlandschaften. Amazon.de ISBN-10: 3788813202
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