El único rasgo común que comparten todas las águilas pescadoras a nivel mundial es su dieta, ya que se trata de una especie adaptada para capturar peces en todo tipo medios acuáticos, desde fuera del agua.
SUS ARTES DE PESCA
Las largas y escamosas patas del águila pescadora le permiten llegar hasta una profundidad de 1 metro, sin tener que zambullirse completamente. Además, sus fuertes y afiladas garras proporcionan un agarre perfecto frente a sus resbaladizas presas.
Las pequeñas espículas que recubren la parte inferior de sus almohadillas les dan un carácter rugoso, impidiendo que los peces se resbalen. Las águilas pescadoras también poseen un dedo externo reversible que puede mirar hacia adelante o hacia atrás, a conveniencia, dándole una maniobrabilidad extra, a la hora de sacar el pez fuera del agua y remontar el vuelo con éxito.
Los métodos de pesca del águila pescadora ponen de manifiesto el hecho de que solamente puede atrapar peces en la superficie o cerca de ella. Por tanto, los estuarios y las riberas de los ríos, así como los lagos poco profundos, constituyen sus lugares de pesca preferidos, tanto en invierno como en verano.
En alguna ocasión, capturan más de un pez en la misma inmersión, aunque es probable que esto se produzca de forma involuntaria, si el ataque va dirigido a un cardumen de peces.
EN LOS AMBIENTES COSTEROS, LOS PECES PLANOS SON UNA DE SUS PRESAS FAVORITAS
Los lenguados viven prácticamente enterrados en los fondos fangosos de los océanos y estuarios, por lo que parece imposible que las discretas platijas sean un componente básico de la dieta de las águilas pescadoras, tanto en Europa como en América del Norte.
El truco está en aprovechar el movimiento de las mareas: durante la bajamar, las platijas que habitan las aguas poco profundas de las rías, quedan expuestas y sin capacidad de escapatoria, cuando el agua retrocede; y por mucho que se escondan, los ligeros movimientos generados en el lodo cuando se alimentan, las delatan frente a la excelente visión del águila pescadora.
EL PESO, UN FACTOR LIMITANTE EN LA ELECCION DEL MENU
Iniciar el despegue todo mojado, y con un gran lastre entre las patas, no debe resultar tarea fácil; por eso, los peces capturados suelen pesar entre 150 y 300 gramos, pudiendo llegar a alcanzar excepcionalmente el kilo, lo que supone más de la mitad del peso corporal promedio de un águila pescadora.
LOS DÍAS SIN VIENTO Y CON ALGUNA NUBE, SON LOS MEJORES PARA SALIR DE PESCA
Por lo general, una de cada cuatro inmersiones suponen una pesca segura, aunque la tasa de éxito va a depender de las condiciones meteorológicas, la claridad y profundidad del agua, o el ejemplar elegido.
Los vientos fuertes y la lluvia intensa pueden ser especialmente molestos, incluso para las águilas pescadoras adultas más expertas, ya que mantener la posición fija sobre el agua en esas condiciones resulta complicado. Además, las olas dificultan la detección de la presa; tanto es así, que las fuertes lluvias pueden suspender temporalmente la pesca.
Por otro lado, los días demasiado luminosos provocan reflejos en la superficie del agua que también dificultan la localización de los peces.
UN MENU DIFERENTE PARA EL INVIERNO Y EL VERANO
Las águilas pescadoras de Europa, Asia y América del Norte son casi exclusivamente migratorias, ya que se encuentran en las latitudes más septentrionales del globo. Tanto los ejemplares adultos como los juveniles, abandonan cada año las zonas de reproducción en el norte a finales de agosto y septiembre, y migran hacia el sur para pasar el invierno.
Esto hace que la composición de su dieta, así como los hábitos y técnicas de pesca requeridos, puedan variar considerablemente entre el invierno y el verano.
Un buen ejemplo de ello lo tenemos en “Panchita”: la pescadora invernante más veterana de la ría del Eo que se pasa el verano alimentándose de truchas capturadas en los pequeños estanques de Francia, modifica totalmente su dieta por peces de agua salada, durante el invierno.
Como las águilas pescadoras adultas regresan cada año al mismo lugar de reproducción e invernada, han aprendido a ser oportunistas, asegurándose los mejores lugares de pesca en cada estación.
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La colocación de equipos fotográficos asociados a los posaderos habituales utilizados por “Ben”, la pescadora invernante de la ría de Villaviciosa hasta el 2013, nos ha facilitado una valiosa información a cerca de la frecuencia de captura, y las presas habitualmente consumidas en el estuario
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Todos estos datos se basan en el uso que la pescadora invernante hizo principalmente de uno de sus posaderos, desde su llegada el 9 de septiembre del 2012, hasta su último día de invernada, el 28 de marzo del 2013.
En la gráfica podemos ver como la intensidad de pesca aumenta progresivamente, a medida que se suceden los meses de invernada, alcanzando los valores máximos en el mes de marzo, justo antes de reemprender la migración hacia las zonas reproductoras. El porcentaje de días que aparecen sin información (en color azul), se deben a que “Ben” utilizó otros posaderos para comer.
La mayoría de los taxones de la Ría de Villaviciosa no traspasan el área de la desembocadura, y los que se adentran en el estuario, siguen el ciclo mareal, retirándose con la bajada de las mareas (L.M.Arce, 2010).
-En el mes de septiembre, aparece la mayor proporción de restos de pescado sin identificar, lo que indica que Ben utiliza también los posaderos del centro de la ría para comer, más alejados de posibles molestias humanas.
-En marzo se intensifica la pesca, y por tanto también se diversifican las presas, alcanzándose el record de capturas de lubinas (Dicentrarchus labrax), esa temporada.
-Los múgiles (G. Chelon) fueron la especie consumida por excelencia, tanto por la abundancia de sus cardúmenes, como por que estos frecuentan la superficie para alimentarse.
En los deltas del Senegal, “los peces aguja” de la familia Belonidae también forman parte de la dieta de las pescadoras, aunque éstas deben de evitar sus afilados picos, ya que pueden resultar empaladas durante el impacto, y sufrir graves lesiones. (Recordemos que las águilas pescadoras localizan a sus presas desde el aire, cicleando sobre el agua a una altura entre 5 y 40 metros, y luego se lanzan en picado sobre ellas).
UNA REFLEXIÓN
Como hemos podido ver, a pesar de sus espectaculares lances de pesca, Las águilas pescadoras pescan una o dos veces al día; 3 de forma excepcional, por lo tanto algo perfectamente asumible por los estuarios cantábricos, si lo comparamos con el cupo de cualquier pescador deportivo que se precie. Así que esperamos que con el tiempo, nuestras queridas amigas no pasen a engrosar la lista del club de los INDESEABLES junto con las pobres garzas, cormoranes, nutrias y demás plagas bíblicas…
Y AHORA UNA CLASE PRÁCTICA
En vivo y en directo. Comprueba con este vídeo que todo lo que te hemos contado es cierto
(Todas las imágenes proceden de las cámaras de fototrampeo, instaladas con los permisos exigidos por la legislación vigente, y utilizadas dentro de un Proyecto de Estudio y Conservación. El montaje del vídeo es, como siempre, de Monchu Magadán. El texto de la noticia está documentado con la información recogida en el libro OSPREYS, de Tim Mackrill, RSPB 2019)