La protección del lobo ha puesto de manifiesto la intolerancia ambiental de las Comunidades Autónomas que poseen una población reproductora de lobos en su territorio. En la votación de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad que se ha celebrado en el Ministerio de Transición Ecológica hace unos días, todas las Comunidades Autónomas menos una se han opuesto a la declaración del lobo como especie protegida.
La protección o no de esta especie problemática, no hay que olvidarlo, está vinculada a un debate político, ni técnico ni científico. La captación del voto rural argumentando la necesidad de matar lobos, se ha convertido en una estrategia imprescindible para poder llegar a gobernar en alguna Comunidad Autónoma.
Es el caso de Asturias, donde su Presidente, Adrian Barbón ha llegado a presidencia del Gobierno Regional gracias al lobo, arañando voto a voto en cada pueblo y aldea rural bajo el criterio de una supuesta defensa del mundo rural acabando con la fiera que asola el territorio, que obliga a la gente a emigrar y que condiciona el abandono de la ganadería.
El resultado de las votaciones del pasado jueves ha sido esclarecedor. Todas las Comunidades que poseen grupos reproductores de lobos, menos una, se oponen a la protección. El lobo se ha convertido en una herramienta de lucha política. Proponer su eliminación genera en el medio rural una aceptación que conlleva hacerse con un voto de gran importancia en determinadas Comunidades Autónomas donde el voto rural por su influencia en el contexto general de unas votaciones electorales, llega a ser decisivo para que uno u otro partido político pueda hacerse con el poder y gobernar.
La presencia de manadas reproductoras de lobos, están presente solamente en las Comunidades de Asturias, Cantabria, Castilla y León, Galicia, Madrid, País Vasco y Castilla La Mancha. De todas ellas, solamente la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha apoyó la declaración del lobo como especie protegida. El resto se opuso y es público que su modelo de gestión es lo que eufemísticamente llaman mantener la población de lobos bajo controles poblacionales.
Esos controles son en realidad, una estrategia para permitir que de manera indiscriminada se maten cuantos lobos se puedan.
Castilla La Mancha una excepción que pone el dedo en la llaga sobre la gestión del lobo.
Esta Comunidad Autónoma avalará la protección del lobo bajo la iniciativa de novedosas líneas de trabajo con el mundo ganadero. En síntesis, los responsables de medio ambiente de esta Comunidad apuestan por favorecer a la ganadería bajo criterios de sostenibilidad ambiental donde el lobo se convierta en una marca de calidad y la producción ganadera sea reconocida y apoyada como creadora de biodiversidad. Sin duda, un modelo de gestión a años luz del retrógrado pensamiento proteccionista del resto de Comunidades Autónomas basado en el tiro limpio a la cabeza del lobo.
Un reto Nacional impuesto por la Unión Europea
La protección del lobo no es solo una demanda ecologista. La Unión Europea establece la necesidad de proteger a esta especie. El reto al que se enfrenta el lobo es sencillo. A su actual estatus de presencia sobre territorio ibérico le caben dos posibilidades, o incrementar su población sobre el área de ocupación que tiene ahora en España o comenzar a disminuir su presencia sobre los territorios donde habita en la actualidad.
La lucha por echar al lobo de donde vive ya ha comenzado, el argumento es cansino por parte de las Comunidades Autónomas que no quieren lobos; supone un impedimento para el desarrollo de la ganadería en extensivo, justo cuando el despoblamiento rural es más intenso y para nada tiene que ver con la problemática del lobo, justo cuando quedan en amplias zonas de España espacios vacíos con una economía ganadera subvencionada sin futuro.
El discurso de que el lobo impide el desarrollo socio económico rural no es más que un alegato político oportunista, una buena justificación para ocultar el fracaso político de años de abandono del mundo rural, echándole la culpa a quién no tiene voz para defenderse. Por eso, organizaciones como FAPAS: “HABLAREMOS POR EL LOBO”.