Los dibujos, las películas y los cuentos, desdibujan en demasiadas ocasiones la realidad de los animales que las protagonizan. En el imaginario de la gente los personajes y sus aficiones son asumidas como características de la especie sin valorar cuanto de verdad hay detrás de ellas.
Tenemos como ejemplo la afición de los osos por la miel, todos tenemos esa imagen de como se les salen los ojos de las órbitas cuando ven un tarro de esta golosina, pero lo cierto es que aunque lógicamente no hacen ascos a ésta, cuando acceden a las colmenas en realidad buscan las crías de las abejas; las larvas les aportan esa proteína necesaria después del largo invierno.
¿Quién no recuerda a Yogui que en el parque de Yellowstone asediaba a los turistas en busca de sus cestas de picnic? incluso el Principado utilizó su imagen para promocionar Asturias. Sin embargo, eso no es más que ciencia ficción, ya que estos animales procuran no entrar en contacto con las personas, de hecho, el incremento de las actividades humanas en zonas oseras están suponiendo un enorme riesgo para la especie en un momento que parecía empezar a recuperarse.
También el cine ha contribuido a extender la imagen de fieros carnívoros con instintos asesinos, algo que está muy alejado de la realidad de nuestro oso pardo. Aunque son omnívoros, su dieta es más bien vegetariana, se compone de raíces, brotes, frutos, setas, insectos, huevos, etc. No vamos a negar que si alguna carroña se cruza en su camino tampoco le hacen ascos, pero hemos de aclarar que no son depredadores, son mínimas las ocasiones en que realizan una actividad de caza, y debemos de tener claro que el humano está fuera de esta ecuación.
Respecto a los ataques…a pesar de que por su corpulencia y capacidades podría ser un perfecto depredador y muy efectivo, lo cierto es que son inofensivos. Solo muestran cierta agresividad si se ven acorralados o si perciben que sus crías están en riesgo. Y en realidad simplemente realizaran una carga contra el oponente que en raras ocasiones pasará de eso, una carga.
Está muy bien disfrutar de la ficción que llena nuestros ratos de ocio, pero siempre hemos de ser conscientes y valorar cuánto de realidad se esconde en esos relatos; no se puede asumir como verídico todo aquello que nos llega a través de la pantalla, que lo que busca es una historia que atrape al espectador.