NOTICIAS DE LA NUEVA ESPAÑA

Toda esta campaña ha quedado precisamente en eso, en una campaña, porque su único objetivo era el de crear, falsamente, un problema que no existe para encontrar una nueva fórmula de financiación vinculada a la conservación del oso pardo. Más de lo mismo, tal como venimos viendo a lo largo de los últimos años, utilizando al oso como estrategia para  financiar organizaciones y administraciones públicas.

 

Crear un conflicto donde no lo hay.

Porque la realidad nos ha demostrado que no hay osos problemáticos; las denuncias de ataques de osos a ganado, matando decenas de  ejemplares, vemos que forman parte de una campaña que utiliza la presencia del oso para sus fines de reivindicación sindical, o enfrentamiento político.

La presencia de osos en zonas humanizadas no puede ser, en ningún caso, achacada a osos denominados de manera intencionada “problemáticos”, sino todo lo contrario, a una utilización normal de zonas de montaña donde osos y personas conviven y han convivido siempre de una manera muy estrecha dentro de un mismo territorio.

Y esta relación de convivencia es también normal que genere en ocasiones algún tipo de conflicto, pero en modo alguno causado por osos con comportamientos anómalos como se ha tratado de poner de manifiesto de manera muy relevante en la fraudulenta campaña para tratar de solucionar conflictos inexistentes entre osos y humanos.

2020,  primeras experiencias de problemas por presencia de osos en zonas habitadas:

Que un oso se suba a una higuera, en la huerta situada en la parte trasera de una casa de montaña, no puede ser considerado en ningún caso un conflicto; es algo que ha sucedido desde hace cientos de años. Lo que sucedía antiguamente es que si se descubría a un ejemplar de oso en esa situación, se le pegaba un tiro, saldando de esa manera el intento de daño por parte del animal. Ahora, la mayoría de las veces sucede en pueblos  semiabandonados, o con una actividad rural mínima y, lógicamente, la presión social no permite que el animal sea asesinado.

Una osa y sus dos crías buscan comida en una casa:

Sucedió el pasado mes de agosto, cuando comenzaron a acercarse a una casa de aldea la madre y sus dos crías, nacidas este año, en busca de comida. La casa y las cuadras, ubicadas en el mismo lindero del bosque, ofrecieron oportunidad de alimento para las osas: el pienso de las gallinas, o la comida del perro en una olla en la calle.

FAPAS fue avisado de esta situación y acudió de inmediato para tratar de solucionar el posible conflicto, comprobando que, efectivamente, la osa y sus dos juguetonas crías acudían cada noche en busca de alimento.

La osa y sus crías comen del pienso que hay en el suelo y que sirve de alimento a las gallinas
Las osas descubren donde se guarda el pienso y tratan de entrar en su busca, como habían hecho el día anterior, tras romper la puerta.

Aquel lugar al borde del bosque era un auténtico almacén de comida al aire libre, pienso,  comida cocida y bolsas de pienso para perros, vacías y aún con migajas, colocadas a modo de espantapájaros en la huerta; unos atractivos olores para quien anda por el bosque buscando comida.

 

Y entra dentro de un coche.

Tal es así, que, finalmente, la madre termina accediendo a un coche tras romper la ventanilla del lado del conductor. En el interior pudimos descubrir por la mañana que había una gran cantidad de pan duro, que habitualmente se utiliza en zonas rurales para alimentar al ganado. La osa entró atraída por el fuerte olor del pan humedecido, siguiendo su instinto.

Después de regalarle una docena de gallinas a la propietaria de la casa, comprarle e instalarle un pastor eléctrico para proteger su gallinero, así como asistirla cada día para solventar el conflicto, la situación no pasó a mayores y se resolvió tras unas noches de vigilancia y petardos en colaboración con los guardas de la Patrulla Oso del Principado de Asturias.

¿Podemos considerar que era una osa conflictiva? No, en modo alguno. Era una osa con sus crías que buscaba alimento en su hábitat natural en la montaña y lo encontró en una vivienda que era más un establo de ganado, con comida por todas parte y, literalmente, en el bosque.

Por tanto, no es asumible que se criminalice a los osos como conflictivos. El trabajo correcto debe estar orientado a que en el hábitat de los osos no haya manejos humanos que los atraigan innecesariamente, corregir hábitos humanos en aquellas zonas donde el oso vuelve de nuevo a tener presencia, y crear mecanismos de protección de aquellos lugares donde puede haber interacción con los plantígrados.