Llega la noche y el humano se va retirando a su morada a la espera del nuevo día, entre tanto, aprovechando la calma, la vida florece en el bosque. Y como si de una autopista se tratara, zorros, ginetas , oso, etc, utilizan los caminos disponibles para desplazarse arriba y abajo en su búsqueda de recursos.
Gracias al parón que nuestra actividad sufre por la noche, la fauna goza de una calma que como podemos observar gracias a nuestras cámaras de fototrampeo, les brinda la oportunidad de recorrer tranquilamente su territorio.
Ajenos a nuestra vigilancia, olisquean las señales de presencia de otros animales, los distintos aromas de la que puede ser su cena que llenan el aire, o incluso, nuestro propio olor impregnado en la cámara y la impronta de nuestros pasos.
Ahora que sabéis lo que sucede cuando llega la noche en nuestros bosques, si algún día os encontráis en uno durante ese mágico instante, ser respetuosos y abrir mucho los oídos para no perderos nada.