Nuestros osos son propensos a llevar una vida solitaria, a excepción de las hembras acompañadas de sus esbardos, aunque todo cambia al llegar la primavera.

Primeros  encuentros entre dos ejemplares cantábricos en celo, a principios de la temporada

Sus dominios vitales se hacen más grandes, los machos se vuelven más móviles, y la alimentación pasa a un segundo plano, siendo su principal objetivo la localización osas receptivas que sucumban a sus encantos. De hecho, gracias a su estupendo olfato, pueden localizar a una hembra en celo a varios kilómetros de distancia.

El macho es polígamo y muy agresivo frente a sus competidores masculinos, vigilando continuamente el estado reproductivo de las osas que rondan su territorio. (El Oso pardo. Un gigante acorralado. A. Clevenger-F.J. Purroy)

-ECHANDO BALONES FUERA

Ya va siendo habitual que cada vez que aparece un oso muerto, la versión oficial sea que la muerte fue provocada por el ataque de otro oso, sin importar la edad o la época del año en la que haya ocurrido el fatal acontecimiento. Las cámaras nos dicen que en la Cordillera Cantábrica, la mayoría de los enfrentamientos se saldan con aparatosos mordiscos o zarpazos, principalmente en el hocico, los belfos, o alguna que otra herida en los flancos.

El oso TANO, fotografiado en la primavera del 2016, con un buen costurón en la zona inguinal del que hoy no se aprecian señales, fruto de alguna refriega amatoria, 

 

Las hembras solo aceptan a los machos cuando alcanzan la madurez folicular, pasando por una fase de 4-18 días en las que rechazan la monta tras las primeras cópulas. A este periodo de descanso, le sigue un celo más vigoroso que coincide con la ovulación, después de semanas de juegos amorosos. En Europa el apareamiento ocurre entre abril y agosto, tras ovulación inducida por el estímulo de la cópula. La implantación diferida del óvulo tiene lugar a final de noviembre, seguida de una gestación de 8-10 semanas, y parto en la cubil, entre enero y febrero. (El Oso pardo. Un gigante acorralado. A. Clevenger-F.J. Purroy)

Después de muchos años tras las huellas del oso, la experiencia de campo nos dice que el celo de los ejemplares cantábricos presenta mucha mayor intensidad entre los meses abril y junio.

La legendaria osa ENCARNA pillada infraganti en plena monta, por una de nuestras cámaras, en mayo del 2014. Al año siguiente, los juegos amorosos dieron sus frutos, y en ENCARNA sacó adelante 2 crías.

 

El ciclo reproductivo completo de una osa dura 3 años: fecundación, parto en la osera, lactancia durante 2 años, destete y emancipación de la prole en la tercera temporada, seguida de un nuevo celo. 
(El Oso pardo. Un gigante acorralado. A. Clevenger-F.J. Purroy)

 

En la imagen, un grupo familiar de Belmonte constituido por la hembra y sus dos oseznos de primer año, fotografiados el 30/06/2020

En teoría este es el periodo mínimo que necesitaría una hembra para completar un ciclo reproductivo completo, que traducido a términos de calendario sería como decir que una osa podría parir cada 2 años. Pero en la naturaleza rara vez “dos más dos suman cuatro”, ya que muchas osas paren cada 3, otras cada 5, y las hay que pierden sus crías, volviendo a entrar en celo al siguiente año.

El oso pardo es una especie poco prolífica, ya que las hembras solo paren entre 4-5 camadas a lo largo de toda su vida, produciendo de 1 a 3 oseznos en cada parto. Es por ello, que la supervivencia de este carnívoro se apoya en una vida potencialmente larga (unos 25 años), si es que le dejan los humanos. (El Oso pardo. Un gigante acorralado. A. Clevenger-F.J. Purroy)

La individualización de algunas hembras reproductoras desde sus primeros años de vida, nos ha permitido afinar en el conocimiento del oso pardo cantábrico, hasta el punto de llevar a cabo el seguimiento continuado de algunos ejemplares, a lo largo de más de 20 años.

Este es el caso de nuestra querida ENCARNA; una osa nacida en el concejo de Belmonte en 1998, que todavía el año pasado sacó adelante 2 crías.

ENCARNA tiene 22 años; ha parido en el 2004, 2007, 2011, 2013, 2015 y 2019, y ha sido madre, que se sepa, de al menos 12 oseznos.

Esto nos hace pensar, junto con la información que tenemos de otras osas reproductoras, que en la zona de la Cordillera Cantábrica en la que trabajamos, la media de partos puede estar más próxima a las 5 camadas.

El oso es un animal discreto en su comportamiento, que raramente se deja ver, por lo que nuestros técnicos, al igual que cualquier investigador que se precie, son verdaderos especialistas en descubrir sus huellas y señales en el territorio. Pero además, el FAPAS ha sido pionero en la utilización de cámaras de disparo automático para llevar a cabo el seguimiento de fauna. Ellas son nuestros ojos y oídos en el monte, y nos ayudan a descubrir la historia vital de cada oso, incluso a través de varias generaciones.

Año 1998. Alfonso Hartasánchez “con mucho más pelo”,  en su primer FOTO-PRUEBA  

-La comunicación entre los OS@S

 

En las poblaciones relictas de oso pardo, como la cantábrica (en especial la subpoblación oriental), la baja densidad de la especie condiciona el apareamiento, por lo complicado que resulta para los machos localizar hembras receptivas. (El Oso pardo. Un gigante acorralado. A. Clevenger-F.J. Purroy)

Ya hemos hablado de sus extensas áreas de campeo, y de su fino olfato, pero ¿cómo hacen los osos para comunicarse entre sí, marcar su presencia, o pasar desapercibidos?

Determinados árboles funcionan como verdaderas redes sociales en el territorio. Se trata de puntos estratégicos en los que cada usuario comparte información, y cuyo significado va a depender de la edad, momento o circunstancias de cada individuo. Al igual que con los “likes del Instagram”, la propia utilización de esos árboles, genera un crecimiento exponencial en el rango de visitas.

Si todavía sigues ahí, seguro que estás pensando que la que suscribe estas líneas está flipando;  pero nada mejor que un estupendo vídeo de los “Oseros del FAPAS”, Monchu Magadán y Alfonso Hartasánchez para demostrarlo.

-Los otros protagonistas de la historia

- PINTO es uno de los machos dominantes del concejo de Belmonte, de unos 15 años de edad. Fapas consiguió fotografiarlo por primera vez en el 2008, cuando era un joven subadulto.

PINTO fotografiado el 17/10/2008 

 - TANO tiene unos 11 años, y es uno de los machos dominantes del concejo de Somiedo. Fue localizado por nuestras cámaras en el 2014, con 4 o 5 años de edad, y probablemente sea originario del vecino concejo de Cangas de Narcea.

TANO el 23/04/2017, en Somiedo

 - AURELION se localiza por primera vez en el 2012, cuando ya era un oso adulto, por lo que puede rondar los 13 años. Es uno de los grandes machos de Teverga, aunque a falta de hembras receptivas, no tiene problemas en ampliar su radio de acción a Somiedo o Belmonte. Se trata de un oso curtido en mil batallas, y aunque este año haya tocado jugar “fuera de casa”, sigue estando en Primera.

AURELION intentando boicotear nuestras colmenas en el 2017

- los primeros encuentros con la osa FIGALA son del 2012; aparece fotografiada con una cría en Somiedo, por lo que ya era una osa adulta, de unos 5 años de edad. El pequeño osezno resultó ser una hembra a la que le hemos seguido la pista, por lo que sabemos que nuestra querida FIGALA es una joven abuela todavía en activo, de unos 13 años de edad. 

FIGALA, el 13/05/2013 en Somiedo

Las manchas y collares se mantienen de por vida. El tamaño y la variedad cromática también ayudan a distinguir a cada individuo, así que prueba a reconocerlos en el vídeo.

LA COMPETENCIA DE TANO 

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