Como cada año, desde hace ya varias décadas. El censo de osos en la Cordillera Cantábrica se escenifica después de haber realizado el trabajo de seguimiento de osas con crías.
Este censo, o mejor dicho, los datos ofrecidos a partir de este censo, ha sido durante todos estos años utilizado para aparentar ante la opinión pública que quién lo hace, es quién mayor capacidad operativa de trabajo posee. Es decir, quién más trabaja por la conservación del oso.
La FOP, Fundación Oso Pardo, ha sido por lo tanto durante años, quién ha monopolizado ante la opinión pública esta situación, manifestando año tras año cuantos osos había en la Cordillera. Un trabajo que contó con la oscura participación del Ministerio de Medio Ambiente, siempre a la sombra de que su logotipo apareciera en los papeles.
Pero últimamente, ha cambiado en parte la situación. Las Administraciones, viendo que no pintaban nada en este tema, han decidido pillar la sartén por el mango y hacerse ellas las protagonistas del evento del censo osero.
Una vez más intentando demostrar a través de los números que su trabajo de conservación del oso es muy bueno. Otras, para ocultar la realidad de la crítica situación por la que atraviesa el oso en la zona oriental cantábrica.
Un juego al interés o al despiste, que excluye a las ONGs, o las utiliza según sea conveniente.
Una vez más en el caso oriental, la crítica situación tiene que ser adornada con un censo osero refrendado por la Fundación Oso Pardo, o al menos así ha sido durante los últimos años.
Para entender mejor estas cuestiones de exclusiones y apoyos, nos podemos fijar en las necesidades de cada cual.
La FOP, ha trabajado en la zona oriental durante años, siendo la única ONG que conseguía autorizaciones para trabajar en lo que era un monopolio, incluidos aspectos como la recogida de restos de osos que aparecían muertos, creación de un centro de interpretación y omnipresencia con sus patrullas en las montañas, sensibilización, acciones de vigilancia, etc.
Como le gustaba decir a Guillermo, “es mi territorio”, de la acción de la FOP dependía la conservación y buena evolución de la población de osos. El resto de personas u ONGs como FAPAS, estábamos demás para trabajar. De hecho, la Junta de Castilla y León nunca autorizó ninguna solicitud de FAPAS para realizar actividades vinculadas con el oso.
Hoy, vemos que ese territorio se encuentra en una situación crítica. Valga ver solamente la diferencia de evolución de las dos poblaciones oseras. El rotundo fracaso de la conservación del oso en la zona oriental solo puede ser suplido con un apoyo mutuo de incremento de los datos de osas reproductoras. Un incremento cuestionado por los datos de escasa fiabilidad, ausencia de trabajo de campo que los verifique y que en definitiva, lleva a plantearse si las hembras reproductoras son contabilizadas las mismas en varias ocasiones según se desplazan por el territorio que ocupan.
CENSO
El pasado 5 de Julio, hubo una reunión en la Consejería de medio ambiente del Principado de Asturias donde se recopilaron los datos de localización de hembras reproductoras en Asturias en el año 2017.
Finalmente, se contabilizan 26 hembras acompañadas de 48 crías. Una vez más, estos datos hacen referencia a identificación, no a la constatación de supervivencia. Por tanto, en modo alguno puede incrementarse la población de osos en 48 ejemplares más respecto de 2016.
Bien, sin entrar en discusiones sobre lo bueno o lo malo, sobre el magnífico trabajo o el no tan magnífico de cada uno. De la reunión se extrae que la FOP aporta datos para la identificación de 1 (una) hembra reproductora acompañada de 2 crías.
El resto, es decir 25 hembras reproductoras son identificadas en conjunto por todos. Es bueno indicar esto, para acabar de una vez con la imagen que se ha estado dando durante años de que el censo osero lo realiza una sola ONG.
Lo dicho, vamos a ver por donde se inicia el espectáculo circense de los datos de osas reproductoras en Palencia, a caballo entre Cantabria y los montes de León que amenazan con publicar los políticos. Igual como cuentan las leyendas castellanas con el Cid, después de muertas a tiros, aun recorren las montañas para poder ser contabilizadas.