Plantar árboles es una magnífica actividad, nunca es suficiente. La naturaleza necesita proteger sus bosques, incrementarlos, pero no siempre las plantaciones obtienen el resultado deseado, es por ello que en el FAPAS nos hemos decantado por una actividad de plantación segura, menos cantidad pero eficacia al 100%.
En muchas áreas de las montañas cantábricas nos encontramos con los carteles que nos anuncian inversiones millonarias en actuaciones de plantación con el objetivo de proteger al oso favoreciendo la formación de masas forestales. Términos como “mejorar el corredor osero”, se han utilizado para justificar estas plantaciones. Es decir, plantar para crear bosques en los espacios entre masas forestales.
Son plantaciones que para efectuarlas ha sido necesario eliminar con maquinaria toda la vegetación para dejar el terreno limpio y luego poder plantar los árboles. Pasados los años, la vegetación ha crecido de nuevo, pero el supuesto bosque que debería crecer no es más que un cementerio de tubos de plástico que esperan su desintegración.
Nunca nos ha gustado esta estrategia basada en la necesidad de crear bosques para que los osos puedan pasar de un lado para otro. Más, sabiendo que los osos para transitar por las montañas no necesitan necesariamente que haya masas forestales ya que utilizan perfectamente estas zonas cubiertas con matorral, son un excelente refugio que se elimina inútilmente para que luego vuelva a regenerarse. Eso sí, dejan el monte lleno de plásticos vacíos y ponen el cartel con el presupuesto millonario.
Menos cantidad y más calidad
A nosotros nos interesa que el oso tenga alimento, refugio ya lo tiene y alimento no siempre en zonas de alta montaña, razón por la que se acerca a pueblos y aldeas entrando en las huertas a comer frutas generando conflictos que pueden tener una fácil solución.
Hoy ha sido un día más de trabajo de plantación del FAPAS preparando una de las fincas donde vamos a plantar unos cuantos frutales.
Sí que para plantar es necesario dejar el terreno disponible para poder trabajar, así que la primera tarea es entrar con las desbrozadoras a la finca que lleva ya un montón de años abandonada. Ya nadie lleva el ganado a ella y se ha llenado de matorral.
Preparados para cualquier contratiempo. Si por la mañana hace un buen día, por la tarde se nubla y cae la lluvia, es normal, estamos en otoño y el clima es cambiante.
A mediodía el almuerzo hay que improvisarlo aprovechando la caja de la furgoneta donde transportamos el material. No hay donde refugiarse un rato, eso sí, a temperatura ambiente.
Y por la tarde, de vuelta, tomamos el autobús para salir de la plantación y llegar a los vehículos para volver al vivero del FAPAS.
Así es una jornada normal de trabajo de plantaciones. No plantaremos cientos de miles de árboles, pero los que plantamos, el 100%, van a crecer y producir frutos. Lo otro se lo dejamos para el oso cuando descubra los frutales.
Y si lo hace y lo vemos, ¡¡qué gran satisfacción¡¡ Nuestras cámaras nos permiten disfrutar de escenas como esta. Un oso se dedica a comer las manzanas de este árbol que el FAPAS plantó hace ya unos cuantos años. Objetivo cumplido.