Ayer ha vuelto a suceder. Disparan en una cacería sobre un ejemplar de oso pardo, posiblemente una osa acompañada de crías. Ahora empezará el baile del despiste para evitar que el tema se esclarezca.
Cierre de accesos, información engañosa o simplemente que no al no aparecer el cadáver, no hay oso muerto y por tanto no hay responsabilidades.
Así, año tras año con los mismos personajes dirigiendo los espacios naturales donde se matan osos sistemáticamente, así en territorios donde fundaciones se nutren de cientos de miles de euros gracias a una supuesta vigilancia, protección y conservación del oso.
Anoche saltaba la noticia reproducida ya hoy en los medios de comunicación
Una auténtica vergüenza de la conservación de la biodiversidad.
Hace 34 años, esta era la primera vez que podíamos poner coto al desmán de matar osos impunemente.
Pero es evidente que los gestores del medio ambiente de la Junta de Castilla y León, no quieren osos.