Resulta que hace unas semanas un apicultor profesional fue a ver cómo estaban sus colmenas y se las encontró, bueno como explicarlo, “un poco dañadas”….
Y es que estas instalaciones de colmenas ahora ya en el invierno son visitadas por los propietarios de tarde en tarde y claro, cuando van, se pueden encontrar con el susto de ver las colmenas totalmente destruidas y sin nada en su interior. Ahora entendemos lo rollizas que aparecen las crías con su buena barriga llena de miel y de insectos.
Aquí vemos una montonera de cuadros que han sobrevivido a los mordiscos de toda la familia y las cajas apiladas para sacarlas del monte.
PERO NO, NO HAY QUE DESMONTAR EL COLMENAR, HAY QUE PROTEGERLO BIEN
Así que viendo el desastre y conociendo quienes han sido los pillos, que menos que echar una mano al apicultor para que esto no vuelva a suceder.
Ayer nos hemos dedicado a cerrar y proteger bien el colmenar que pese a tener instalado un pastor eléctrico, no era un sistema suficientemente eficaz para evitar que los osos entren y destrocen las colmenas.
Ya estamos acostumbrados a esta historia. Se vende a los apicultores y, a las administraciones que colocando un pastor eléctrico ya está solucionado el problema de los daños de oso a las colmenas y como vemos, no es cierto. Hay que colocar el pastor y el sistema eléctrico pero hay que hacerlo adecuadamente, los osos no son vacas, eso parece que es evidente. Pero hay “expertos” en osos que siguen erre que erre diciendo que colocando pastores eléctricos y unos alambres ya es suficiente. Eso sí, más que defensores del oso, parecen “los banqueros del oso”, de las subvenciones que reciben.
PERO EL FAPAS A LO SUYO
La protección de los osos necesita evitar los conflictos no enquistarlos. Así que echamos mano de la motosierra, desbrozadoras y demás herramientas para despejar el área donde estaban las colmenas.
Instalamos una doble protección que sabemos que es imprescindible con una malla metálica detrás de los hilos electrificados y dejamos de nuevo el colmenar en situación de seguir funcionando.
El apicultor no tiene por qué marcharse por culpa del oso. Él, con sus colmenas está favoreciendo la protección del territorio al polinizar sus abejas todo el hábitat del oso pardo. Gracias a las abejas, la próxima primavera el valle tendrá más frutos silvestres que mamá osa y sus cuatro oseznos van a comer. Todos son importantes para proteger la naturaleza.
Espectacular vista del valle donde está instalado el colmenar una franja de montañas, bosques y prados donde los osos viven como lo que es, su casa.
Y todos felices. Aunque no lo parezca, Pablo, dueño de las colmenas no tiene al oso por enemigo. Sabe que él las ha puesto en la casa de los osos y que eso tenía un riesgo. Riesgo que ahora desaparece y que permitirá que continúe con su actividad de producir miel.
Y para nosotros, la satisfacción de un día más ayudando a su protección para que poco a poco se salven el riesgo de la extinción, cada vez más cerca de conseguirlo.
Con la colaboración de: