Así celebrábamos allá por mayo de 1998, la obtención de la primera fotografía de oso pardo, solo 6 días después de colocar la primera cámara de disparo automático “al paso de fauna”, sin utilizar ningún tipo de atrayente. En el pie de foto de este BOLETIN aventurábamos cómo el fototrampeo “aún en ciernes en nuestro país”, podría convertirse en una herramienta no intrusiva que marcaría un antes y un después en el estudio y conservación de la fauna salvaje, ya que como dijo Alfonso Hartasánchez,” las fotografías son realidades: son osos, lobos, perros, jabalíes…. y no tienen discusión posible”.

Tanto es así, que con la llegada de la era digital, solo en el concejo de Somiedo, hemos llegado a procesar 27.083 fotografías de oso pardo entre los años 2010 y 2022, almacenadas en la base de datos URSUS, en forma de contactos fotográficos.

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Una vez más, el paso del tiempo nos ha dado la razón, y aunque como dice el tango “20 años no es nada”, por aquel entonces los científicos del oso no lo tenían tan claro como nosotros. En el artículo “USO DE CÁMARAS AUTOMÁTICAS PARA LA RECOGIDA DE INFORMACIÓN FAUNÍSTICA” publicado por J. Naves, A. Fernández, J.F. Gaona y C. Nores en Doñana, Acta Vertebrata 23(2) 1996, estos biólogos describen los resultados obtenidos en dos años de trabajo (987 días efectivos de fototrampeo, 5 cámaras y carroña como atrayente), en el que obtienen únicamente 9 fotografías de oso pardo. Según ellos, los resultados son semejantes a los conseguidos en otros países, llegando a la conclusión (com. pers.) que este no era un buen método para testar la presencia de grandes carnívoros como el oso pardo, en la Cordillera. 

A pesar de la gran pericia de Fonso en conseguir inmortalizar a sus peludos vecinos, ahí se acabó la carrera fotográfica del oso “CUERVO”. Esa fue su primera y última fotografía obtenida mediante fototrampeo, ya que como podemos leer en el  BOLETIN de julio, el oso murió 12 días después durante su captura, dentro de un proyecto de radiomarcaje dirigido por alguno de estos mismos científicos.

OBITUARIO

-El oso CUERVO fue uno de los escasos machos dominantes que se movían por Somiedo en aquellos días, ya que en el año 1995 la población cantábrica había alcanzado su mínimo poblacional, con solo unos 50 ejemplares. Se calcula que en 1998 había entre 2 y 4 osas reproductoras en todo el concejo de Somiedo, estimándose una población de unos 60 individuos para toda la Cordillera.

-El oso CUERVO, de más de 10 años de edad, ya era un viejo conocido de Fonso en el 1997, inconfundible para una mirada experta, por las manchas características de su pelaje. Observaciones directas a gran distancia y los datos biométricos de sus huellas, entre otros indicios, constituían por aquel entonces su única biografía, hasta que el 25 de abril, a las 02:10 horas, fue atrapado por el inofensivo disparo de nuestro equipo fotográfico. En ese instante, aquel rastro anónimo que pasaba por delante de la cámara se transformó por arte de magia, en un macho imponente, en plenas facultades físicas para iniciar la época de celo, y con unas manchas que lo harían fácilmente distinguible a través de futuras recapturas fotográficas.

-En días posteriores a la fotografía, se dan las mayores precipitaciones de nieve de todo el invierno, alcanzándose los 54 centímetros de nieve en algunos puntos de Somiedo, como por ejemplo la Collada de Aguino.

-El 30 de abril, 5 días después de ser fotografiado por la cámara del FAPAS, se produce la captura y posterior marcaje con un radiocollar de este gran macho, al que los investigadores le dan el nombre de CUERVO. Este sistema de seguimiento lleva incorporado varios transmisores que informan del tipo de actividad que realiza el animal marcado (incluso la muerte, por el cese continuado de movimiento).

La collada de Aguino, en la fotografía, fue el lugar elegido por los investigadores para colocar la trampa en la que cayó CUERVO. Una ubicación complicada orográficamente, alejada de cualquier pista o carretera, lo que dificultaría la revisión diaria de las trampas, el correcto funcionamiento del sistema de detección, o la liberación y posterior manejo del animal una vez capturado; sobre todo con las malas condiciones meteorológicas que se dieron esos días.

-El  5 de mayo los investigadores vuelven a visitar el punto de trampeo, ya que parece que el oso “no se movía mucho”, realizándole la primera cura de urgencia.

-El 7 de mayo, después de una nueva visita, el oso muere en el helicóptero durante el trasladado, antes de llegar a la Facultad de Veterinaria de León. 

HEMEROTECA

Antes de nada, debemos ponernos en situación, y recordar que el internet no comenzó a ser utilizado en España, hasta los años 90, por lo que hemos tenido que recurrir a la hemeroteca del FAPAS, gestionada por el eficiente Luis García, para reconstruir esta historia que resumimos en titulares.

La primera versión del equipo que realizó la necropsia

“EL OSO CUERVO MURIO AL AUTOLESIONARSE POR EL ESTRÉS QUE LE CAUSÓ LA CAPTURA”

Las primeras impresiones del equipo de biólogos y veterinarios de la Universidad de León que participaron en la necropsia, fue que el oso no había fallecido por una herida antigua, como había sugerido el equipo de investigación, sino por los múltiples desgarros musculares que presentaba en todo su cuerpo, sufridos al intentar liberarse de la trampa (estimándose 4-8 días de antigüedad desde el inicio de la lesión). Resultaba contradictorio la gran condición física de este macho, y el estado de deterioro que presentaba. Para F. Purroy, la relación causa efecto entre el desenlace de Cuervo, y una herida antigua, no tenía pies ni cabeza, llegando a afirmar el catedrático de zoología que el asunto “olía a podrido”, y no precisamente por tratarse de una necropsia. De existir negligencias durante el trampeo, el caso de CUERVO podía acabar en los tribunales, al tratarse de un delito contra una especie amenazada en peligro de extinción.

Lo que dijeron los responsables del Proyecto

“EL ZOOLOGO MIGUEL DELIBES DEFIENDE LA CONTINUIDAD DEL PROYECTO DE INVESTIGACION” 

Por el contrario, el responsable científico del marcaje (que ejerció sus funciones desde Andalucía), defendió en todo momento su continuidad. “Las cosas se habían hecho bien. No se le ocurría como haciéndolas de otra manera, podrían haber salido mejor” 
Según los biólogos, el oso no podía haber estado más de 24 horas en la trampa, ya que la habían revisado el día anterior (sorprendentemente, con 54 cm de nieve, según los centros meteorológicos consultados, que nunca se vieron en ninguna de las fotos realizadas durante el trampeo). “Si es verdad que el oso se movía poco”, pero el experto norteamericano Harry Carriles no le dio importancia... y por lo tanto ellos tampoco. El equipo afirmó que existían fotografías de todo el proceso de captura y rescate del oso que serían utilizadas como prueba, en caso de que se abrieran diligencias. Lo más importante: El oso había sido atrapado por su pata delantera izquierda (totalmente impoluta), y no por la derecha que es la que presentaba esa tremenda herida infectada y gangrenosa (y que curiosamente a ellos les pasó totalmente desapercibida durante el manejo del oso, el día de la captura).

La versión de los políticos

“LUIS PELAEZ NIEGA QUE EL OSO CUERVO MURIESE POR LESIONES SUFRIDAS EN LA TRAMPA”

Como era de esperar, el consejero de agricultura por esa época, definió el marcaje como serio y riguroso. La muerte del oso se produjo por una infección generalizada por carbunco que se vio agudizada por una situación de estrés. Según Peláez, el oso estaba condenado a morir por la tremenda infección que sufría, aunque no hubiese sido capturado durante el radiomarcaje, recalcando siempre que la única herida que presentaba estaba en la pata derecha, y que por supuesto era la pata contraria a la del lazo.

Por último, un espíritu crítico, con experiencia en osos y radiomarcaje que además participó en la necropsia

PURROY: “LA MUERTE DE CUERVO LA OCASIONÓ UN EQUIPO INEXPERTO”

CUERVO era un oso joven, de unos 14 años, con un desarrollo corporal impresionante y peso extraordinario para esa época del año, que además, había sido fotografiado 5 días antes, en perfecto estado, por las cámaras del Fapas. La experiencia de Purroy en el marcaje de osos fue con SALSERO, un macho capturado sin ningún percance en los bosques de Riaño (¡hasta en dos ocasiones!), que fue seguido por los científicos durante 4 años. El encargado de ejecutarlo, T. Clevenger, avalado por la experiencia de 80 osos negros marcados. Curiosamente, este proyecto había sido descartado por la Administración asturiana, al ser considerada una técnica intrusiva. Purroy defendió en todo momento que el manejo de especies en peligro de extinción exigía una garantía total, con un equipo acreditado por experiencias anteriores, donde se hubiese demostrado su solvencia, y el de CUERVO era un equipo inexperto, con una dirección científica ejecutada a distancia.

EL OJO DE HALCÓN, EL VAR… Y LAS CÁMARAS DEL FAPAS

El asunto de CUERVO podría haber pasado a engrosar la estadística del mal menor, inherente al seguimiento cercano de la fauna silvestre, si no hubiese sido por esa inoportuna fotografía. El azar o la suerte (según se mire), hizo que ese día Roberto Hartasánchez hiciese un alto en el camino, para charlar con Pancho Purroy, y de paso dejarle el boletín del FAPAS, recién salido de la imprenta. Lo que no esperaba Roberto era la reacción del catedrático al ver la fotografía. ¡Es el oso, es el oso!, exclamaba el bueno de Pancho al ver a CUERVO “vivito y coleando” (gordo, y sin rastro de cualquier herida purulenta y agusanada que pudiese prever su triste final en la sala de necropsias).

Algo parecido ocurrió en Somiedo, durante una reunión oficiada en el edificio del Parque, en la que FAPAS exigía que se revisase el protocolo de captura. Una vez más, el responsable científico del Proyecto, que esta vez sí ejercía sobre el terreno, defendió que el protocolo había sido IMPECABLE. El discurso de los implicados fue el de siempre: que si el oso ya había caído en una trampa, y que la pata necrosada no era la de la captura ..., que el oso ya estaba flaco y en mal estado… y por supuesto, que nada podía demostrar que la captura tuviese que ver con los daños observados; aunque claro, si lo decía el Guarda Mayor… (comentario lleno de sarcasmo y poca gracia, en clara alusión a la falta de rigor y pocas luces de todo aquel que osase abrir la boca, fuera de este cuerpo de élite, elegido para salvar de la extinción al esquivo oso cantábrico).

Al instante el otro Hartasánchez disiente, y dice que a ese oso él lo conoce; que lo fotografió hace unos días, y que en ese momento estaba bien. Ante la mirada suspicaz de los científicos, pone sobre la mesa una foto del año anterior que enseguida se cuestiona, alegando que ahí no se ve nada, seguido de algún que otro suspiro de alivio. A continuación nuestro Alfonso, inmutable, muestra la mítica foto de CUERVO de hacía solo unos días; la misma que después apareció en todos los medios. La reacción, menos entusiasta que la del catedrático Purroy, no se hizo esperar: “ya nos han jodido”, dijo uno de los presentes, antes de abandonar la sala. 

Pero alguien tenía que salvar los trastos, así que el responsable científico del programa de radiomarcaje siguió reafirmándose en su postura de que el protocolo había sido PERFECTO, y que por la ciencia, apostilló, se matarían los osos que hiciesen falta.

En ese momento, el sonoro puñetazo del pacífico Alfonso sobre la mesa , hizo saltar por los aires todos los bolígrafos. Y ese día el bueno de Fonso pasó de ser el KALIFA, a según las malas lenguas…. TALIBAN de la naturaleza.

EL MUERTO AL HOYO Y EL VIVO AL BOLLO

Aunque al parecer todo quedó en un desgraciado accidente de trabajo, no volvieron a activarse las trampas. Hubo hasta publicaciones científicas a costa de la toxemia del pobre CUERVO. Alguno hasta leyó su tesis, dedicando la exposición al malogrado plantígrado, con el mal augurio de "una población de osos enferma, poco investigada que se nos estaba yendo irremediablemente". Eso sí, con los buenos deseos de que esta sesuda publicación ayudase a que otro oso sustituyese a CUERVO. 

Al igual que con las cámaras, el modelo catastrofista no se cumplió. La población actual del núcleo occidental cantábrico se estima en un mínimo de 300 ejemplares, y unas 80 osas reproductoras. Este macho adulto de unos 6-8 años de edad, acaba de ser fotografiado por la cámara del FAPAS el 24/04/2023, en el mismo sitio que CUERVO, 25 años después. Decídanlo ustedes mismos: deseos cumplidos del doctorando, o justicia poética para el talibán de la naturaleza.

A pesar de que la tecnología puesta al servicio del seguimiento de la fauna salvaje ha evolucionado, parece que el código deontológico de quien la maneja o autoriza, no va por el mismo camino, al menos en Asturias. Este tipo de accidentes siguen produciéndose: fracturas, heridas, lobos y osos lisiados de por vida vuelven a desfilar por delante de nuestras cámaras. ¿Mala praxis o exterminio encubierto en aras del interés político?